(Por primera vez esta publicación)
Dedicado a todos los hombres y mujeres que viven en tormento, llanto y dolor.
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Dedicado a todos los hombres y mujeres que viven en tormento, llanto y dolor.
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Esta es la historia de un desventurado hombre,
Que toda su vida vivió en tormento y dolor.
Un día despertó en
un hermoso, bello e inimaginable lugar,
Al principio extraño, inhóspito…
No obstante cuando
sus ojos se volcaron a ver a su alrededor, todo era esplendor
y belleza.
Una bellísima luz diáfana iluminaba su mente.
Una brisa cálida y penetrante refrescaba su rostro,
Hasta lo más profundo de su ser…
Sus oídos se
deleitaban escuchando el canto melodioso de las aves…
Pudo extasiarse contemplando
toda la maravilla que veían sus ojos…
Y de aquellos manantiales de aguas cristalinas,
En cuyos bordes brotaban bálsamos de deliciosas
fragancias.
Era un paraíso bello indescriptible…
Y al presenciar tan
abundante belleza absortó se quedó…
No había nadie a su
alrededor, estaba solo,
Totalmente solo sin sentir pena ni temor…
Todo era paz y
felicidad.
“Refugiándose en el
lugar donde pensó que allí lo
encontraría”.
Su vestimenta era distinta a lo ordinario y se encontraba descalzo.
Se sentía animoso,
revitalizado, rejuvenecido…
Sus manos estaban
limpias y blandas…
Sin marcas ni
cicatrices,
Por tanto dolor y sufrimiento…
Por tanto dolor y sufrimiento…
Y sus espaldas ya
no las tenían encorvadas
Por la carga pesada y lenta de los años…
Cuando sumiso soportó el flagelo y los azotes,
Que le deparó la vida, cuando estuvo en vida...
Esta vez su dorso decrepito, los sentía vigoroso y
fortalecido,
Como la de un soldado raso, dispuesto a entregarse por
entero,
Al primer combate.
Y sus piernas.
Pobres piernas frágiles y fatigadas de tanto trajinar…
Ahora lo sentía ágiles y macizos…
Que lo llenaría de fe y optimismo en continuar…
En aquél camino
nuevo por descubrir…
Y sus ojos poco a
poco desnudarían los deslumbrantes valles,
En cuyos frutos deleitaban por su aroma entre los árboles relucientes…
Algo en su interior
lo impulsaría a continuar caminando…
Por aquel camino en donde convencido sabia,
“que muy pronto lo hallaría”.
Y sobre la espumosa
hierba,
Cayó de rodillas con los brazos extendidos al cielo,
Donde clamaría a Dios
con todas sus fuerzas…
Por sentir gozo y rebosante felicidad en su corazón…
Y a todo pulmón
clamaría:
¡ Gracias Dios !
¡Gracias por tanta
maravilla a mí alrededor!
¡Dime Dios que
este no es un sueño!
¡Dime que no es un sueño Señor!
¡Puedo ver y
caminar!
¡Ya no siento tormento, ni tristeza ni dolor!
Y después de haber clamado a Dios con
todas sus fuerzas…
Se puso a descansar sobre aquel espumoso pasto de colores matizados,
Al borde de una pequeña laguna copada de cisnes dorados.
Bajo la sombra de un pequeño árbol.
Y al quedarse dormido sintió de pronto una pulsación en su pecho…
Que lo despabiló…
Fue en el momento que extasiado de emoción se quedó…
Porque pudo al
fin, ver a quien tanto había buscado…
Estaba a su lado mirándolo con inmensa ternura…
Más aquél quiso levantarse de inmediato y no pudo…
Porque en aquella mirada divina,
Había recibido para
siempre paz en el corazón…
Y verdaderamente halló
paz y regocijo,
En aquel pobre corazón que algún día anduvo seco y quebrado…
Y fue secado toda lágrima de sus ojos…
Y al notar que se encontraba
extenuado,
Le concedió un
profundo sueño.
Sentándose junto a
él.
Y aquel tuvo un repentino sueño,
Soñó viéndose por un camino muy hermoso acompañado
de Jesús,
Pero que en
dicho sueño, aquél preguntaba incansablemente
“Por los niños- hombres del tercer mundo”.
Incomprensiblemente, ese era su reiterada pregunta en aquel sueño.
Posteriormente hallándose nuevamente
solo,
Por aquel maravilloso lugar,
Llegaría a una casa vislumbrante,
Cuya estructura deslumbraba por los finísimos diamantes y oro que poseía,
Recubierto en su exterior con bellas flores
de todo color,
Cuyas fragancias y aromas humectaban su
ser,
En medio de un bellísimo y
esplendoroso valle majestuoso,
Donde lindas mariposas y avecillas,
volaban en un afán infinito de alegría.
volaban en un afán infinito de alegría.
En breve tiempo, aquel hombre adquirió sabiduría,
Y entre otras cosas fue instruido de la bienaventuranza,
Del libro de la vida y de la verdad…
Y se le concedió vida eterna.
Una mañana aquel hombre, se dirigió
hacia la cima de una hermosa colina…
Pudiendo desde lo alto avizorar la maravilla del cielo y sus
alrededores…
Donde aquella inmensa luz celestial divina, suplía al
sol y a la luna.
Y el mar ya no existía, solo habían hermosos manantiales…
Divisando desde allí
un camino largo,
Donde una multitud extraordinaria de
personas asomaban a paso lento…
Todos en un solo tono coreando una dulce canción melodiosa…
Y cada quien llevando cargado una pequeña
palmera en su pecho.
Los primeros en llegar eran los más pequeños,
Los más tiernos…
Niños de todas las edades y tamaños…
Eran los primeros en formar el largo peregrinaje…
Una felicidad indescriptible y eterna
se apoderó de aquél,
Al ver que al fin encontraba lo que tanto había añorado…
Niños, jóvenes, y grandes desfilaban
alabando a Dios…
Todos descalzos y vestidos de blanco.
Todos se hallaban gozosos y felices…
Ya no sufrían…
Ya no lloraban…
Ya no mendigaban...
Ya no enfermaban…
Ya no morían…
Y aquel hombre que en el pasado fuera un desdichado hombre, pudo contemplar y reafirmar la promesa de
Dios.
Y en medio de su felicidad no dejaba de agradecer,
Por encontrase en el camino de la verdad y de la vida…
En el paraíso…
Al fin en el verdadero mañana…
De pronto vería que a
su costado muy cerca de él,
Había una pequeña palmera que
aguardaba…
Lo cogió y suavemente
lo llevaría hacia su pecho…
Al cerrar los ojos, la luz divina le haría entender
Que estaba listo para enrumbar con los
demás,
Al fin con los suyos…
Comprendiendo que ese lugar, era el lugar elegido…
Lugar y camino por donde todos aquellos, habrían de aparecer…
Lugar y camino, donde todos aquellos, vendrían por él…
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Nota:
-la Biblia (Reyna Valera) señala lo siguiente:
Mateo 5 verso 4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Mateo 5 verso 4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
-Apocalipsis 21 verso 4, Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor;
- Salmos 23 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
-San Juan 14 verso 6, Jesús le dijo:
Yo soy el camino y la verdad, y la vida, nadie viene al padre sino por mí.
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Guardado en un folder añejo conjuntamente con otros manuscritos deteriorados estaba
este texto que escribí. Y de pronto pensé compartirlo antes de que se destruya o
se me pierda; esperando que pueda llevar palabra de fe y de esperanza al afligido,
y pueda servir tal vez, a alguien de consuelo.
este texto que escribí. Y de pronto pensé compartirlo antes de que se destruya o
se me pierda; esperando que pueda llevar palabra de fe y de esperanza al afligido,
y pueda servir tal vez, a alguien de consuelo.
Debo señalar que el titulo lo he modificado como "Niños hombres del camino y la vida",
toda vez que el manuscrito original está titulado como "Niños hombres del tercer mundo".
Escrito en el año 1985.
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