jueves, 29 de noviembre de 2018

NIÑOS HOMBRES DEL CAMINO Y LA VIDA (Un canto de esperanza)

-Apocalipsis 21 verso 4 : 
Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,  ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor; 
(Dedicado a todos los hombres y mujeres que viven en constante tormento  y  dolor.)
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La historia de un desventurado hombre que toda su vida vivió en tormento y dolor.

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Un día despertó  en un hermoso, bello  e  inimaginable lugar,
Al principio extraño, inhóspito…
No obstante  cuando sus  ojos se volcaron a ver a su alrededor, todo era  esplendor y belleza.

Una bellísima luz diáfana iluminaba su  mente.
Una brisa cálida y penetrante refrescaba su  rostro,
Hasta lo más profundo de su  ser…
Sus  oídos se deleitaban escuchando el canto melodioso de las aves…
Pudo  extasiarse contemplando toda la  maravilla que veían sus ojos…
Y de aquellos  manantiales de aguas cristalinas,
En cuyos bordes brotaban bálsamos de deliciosas fragancias.

Era un paraíso bello indescriptible…
Y al  presenciar   tan abundante  belleza  absortó se quedó…
No había nadie a su  alrededor, estaba solo,
Totalmente solo sin sentir pena ni temor…
Todo era paz  y felicidad.
“Refugiándose  en el lugar donde pensó  que allí lo encontraría”.

Su  vestimenta era  distinta a lo ordinario y  se  encontraba descalzo.
Se  sentía animoso,  revitalizado, rejuvenecido…
Sus  manos estaban limpias y blandas…
Sin  marcas ni cicatrices, 
Por  tanto dolor y sufrimiento…

Y sus espaldas  ya no las tenían encorvadas
Por la carga pesada y lenta de los años…
Cuando sumiso soportó  el flagelo y los azotes, 
Que  le  deparó la vida, cuando estuvo en vida...

Esta vez  su  dorso decrepito, los sentía vigoroso y fortalecido,
Como la de un soldado raso, dispuesto a entregarse por entero,
Al primer combate.

Y sus  piernas.
Pobres piernas frágiles y fatigadas de tanto trajinar…
Ahora  lo sentía  ágiles y macizos…
Que lo llenaría   de fe y optimismo en continuar…
En aquél  camino nuevo por descubrir…

Y sus  ojos poco a poco desnudarían   los deslumbrantes valles,
En cuyos frutos deleitaban  por su aroma entre los árboles relucientes…
Algo en su  interior  lo  impulsaría  a continuar  caminando…
Por aquel camino en  donde convencido sabia,
“que muy pronto  lo hallaría”.

Y sobre la espumosa  hierba,
Cayó de rodillas  con los brazos extendidos al cielo,
Donde clamaría a Dios  con todas sus fuerzas…
Por sentir   gozo  y  rebosante felicidad en su corazón…

Y  a todo pulmón clamaría:  

¡ Gracias Dios !

¡Gracias  por tanta maravilla a mí alrededor!

¡Dime  Dios que este no es un sueño!

¡Dime que no es un sueño Señor!

¡Puedo ver y  caminar!

¡Ya no siento tormento, ni tristeza  ni dolor!

Y después de haber clamado a  Dios con  todas sus fuerzas…
Se puso a descansar  sobre  aquel  espumoso pasto de colores matizados,
Al borde de una pequeña laguna  copada de cisnes dorados.
Bajo la sombra de un pequeño árbol.

Y al quedarse  dormido sintió de pronto una  pulsación en su  pecho…
Que lo despabiló…

Fue  en el  momento que  extasiado de  emoción se quedó…
Porque pudo  al fin, ver a  quien tanto había buscado…
Estaba  a su  lado mirándolo  con inmensa  ternura…
Más aquél quiso  levantarse de inmediato y  no pudo…
Porque en aquella mirada divina,
Había recibido  para siempre paz en el  corazón…

Y verdaderamente  halló paz  y regocijo,
En aquel  pobre corazón  que algún día anduvo seco  y quebrado…


Y  fue secado  toda  lágrima  de sus  ojos…
Y al notar que se  encontraba extenuado,
Le  concedió un profundo sueño.
Sentándose  junto a él.

Y aquel tuvo un repentino sueño,
Soñó viéndose por un camino  muy hermoso acompañado de Jesús,
Pero que  en dicho  sueño,  aquél preguntaba incansablemente
“Por los niños- hombres del tercer mundo”.
Incomprensiblemente, ese era su reiterada pregunta en  aquel sueño.

Posteriormente hallándose nuevamente solo,
Por aquel maravilloso lugar,
Llegaría a una casa vislumbrante,
Cuya estructura deslumbraba por los  finísimos diamantes y oro que poseía,
Recubierto en su exterior con bellas flores de todo color,
Cuyas fragancias y aromas  humectaban su ser,
En medio de un bellísimo y esplendoroso valle majestuoso,
Donde lindas mariposas y avecillas, 
volaban en un afán infinito de alegría.  

En breve tiempo, aquel  hombre adquirió sabiduría,
Y entre otras cosas fue instruido  de la bienaventuranza,
Del libro de la vida y de la verdad…

Y se le concedió vida eterna.

Una mañana aquel hombre, se dirigió hacia la cima de una hermosa colina…
Pudiendo desde lo alto  avizorar la maravilla del cielo y sus alrededores…
Donde  aquella inmensa luz celestial divina, suplía al sol  y  a la luna.
Y el mar ya no existía, solo habían  hermosos  manantiales…
Divisando  desde allí   un camino largo,
Donde una multitud extraordinaria de personas asomaban a paso lento…
Todos  en un solo tono coreando  una dulce canción melodiosa…
Y cada quien llevando cargado una pequeña palmera en su pecho.

Los  primeros en llegar eran los más pequeños,
Los más tiernos…
Niños de todas las edades y tamaños…
Eran  los primeros en formar el largo peregrinaje…

Una felicidad indescriptible y eterna se apoderó de aquél,
Al ver que al fin  encontraba lo que tanto había añorado…

Niños, jóvenes, y grandes desfilaban alabando a Dios…
Todos descalzos y vestidos de blanco.

Todos se hallaban  gozosos y felices…

Ya no sufrían…
Ya no lloraban…

Ya no mendigaban...

Ya no enfermaban…
Ya no morían…

Y aquel hombre que en el pasado fuera un desdichado hombre, pudo contemplar y reafirmar la promesa de Dios.

Y en medio de su felicidad no dejaba de agradecer,
Por encontrase en el  camino de  la verdad y de la vida…
En el paraíso…
Al fin en el  verdadero mañana…

De pronto vería  que a  su costado muy cerca de él,
Había una pequeña palmera que aguardaba…
Lo cogió  y  suavemente  lo llevaría  hacia su pecho…

Al cerrar los ojos, la  luz divina le haría  entender  
Que estaba listo para enrumbar con los demás,
Al  fin con los suyos…

Comprendiendo que ese lugar, era  el lugar elegido…

Lugar y camino por donde todos aquellos, habrían de aparecer…


Lugar y camino,  donde todos aquellos,  vendrían por él…

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Nota:
-la Biblia señala lo siguiente:
Mateo 5 verso 4,  Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
-Apocalipsis 21 verso 4,  Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, 
ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor; 
-San Juan 14 verso 6, Jesús le dijo: Yo soy el camino y la verdad, y la vida, nadie viene al padre
sino por mí.
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Guardado en un folder añejo conjuntamente con otros manuscritos deteriorados estaba
este texto que escribí.  Y de pronto pensé  compartirlo antes de que se destruya o
se me pierda; esperando que pueda  llevar palabra de  fe y de esperanza al afligido,
 y pueda servir  tal vez,  a  alguien de consuelo.  
Debo señalar que el titulo lo  he modificado como "Niños hombres del camino y la vida",
toda vez que  el manuscrito original  está titulado como "Niños hombres del tercer mundo". 
Escrito en el  año 1985.
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Publicado el 11 de diciembre del año 2016