(Micro relato de un abogado)
Cierto día que me entrevisté con
un interno en un penal de la capital. Este me cuenta su problema y me pide que le saque de una duda. -Doctor, estoy
aquí por dos crímenes que cometí. La primera fue por haber asesinado a mi
cuñado. Cuando un día por casualidad llegué
a la casa de mi hermana y veo que este le golpeaba salvajemente en el suelo. Yo
que me encontraba bajo los efectos del alcohol sin medir las consecuencias, agarro
un cuchillo de cocina y se lo incrusto en el pecho de mi cuñado, y escapo del lugar. El segundo
hecho se produjo cuando al cabo de dos semanas
de haber matado a mi cuñado, decido salir
de mi escondite para regresar de improviso a mi casa. Grande fue mi reacción
al encontrar a mi esposa con mi mejor
amigo manteniendo relaciones sexuales en mi propia cama, por lo que enloquecido desenfundé mi revolver y de varios certeros en el cuerpo acabé matando a ella y a su amante.
Por el primer crimen de lesiones seguidas de muerte solo me condenaron a
nueve años. Y por el segundo crimen de homicidio calificado que fue el más
grave, me condenaron a treinta años de pena privativa de libertad. Han pasado seis años que estoy en prisión, y un
funcionario a quien conozco bien, y que trabaja aquí en este mismo centro
penitenciario me ha pedido una buena cantidad de dinero a cambio de mi libertad…
-Mi pregunta es, Doctor, usted cree que
es posible obtener mi libertad?…
-Antes de responderte, le has comentado
a ese funcionario de la gravedad de tus crímenes, de los años de condena que te han impuesto y de los años que bienes cumpliendo en este penal?
Pregunté…
-Claro que sí. Y hemos pactado que
a cambio del dinero que ya le entregué,
el deberá de sacarme de aquí como sea,
porque si no cumple, acabaré matandolo…
Así han quedado ustedes? Pregunté…
Sí Doctor, este funcionario me ha dicho expresamente
estas palabras: “de acuerdo” “si te fallo me matas”…
Luego de haberlo escuchado atentamente a este
interno recluso, quise decirle que con seis años que llevaba en prisión era imposible
que pueda obtener su libertad con algún beneficio penitenciario; sin embargo, en
ese preciso momento me llamaron urgentemente de administración, por lo que me
retire del lugar no sin antes disculparme por no haberle podido absolver su inquietud.
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Creo que esa llamada de urgencia fue acertado, de lo contrario el interno hubiera quedado desilusionado.
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Creo que esa llamada de urgencia fue acertado, de lo contrario el interno hubiera quedado desilusionado.
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