miércoles, 18 de julio de 2012

TIEMPOS DIFICILES DE CONTRASENTIDO


Saber que la delincuencia y la violencia en las calles es un fenómeno social que nos aqueja desde hace décadas no solo a nuestra sociedad si no al mundo entero no es nada nuevo. Y para remediarlo casi siempre esperamos buscar una solución al último momento, después de llorar por la desgracia o la muerte de alguien más.

Lamentablemente en el Perú, nos resistimos ha aceptar que vivimos en una sociedad sufrida y convaleciente por no decir enferma, producto de acontecimientos pasados, dolorosos llenos de violencia, sangre y terror. Un hecho latente fue lo que se vivió en la época del terrorismo en los años ochenta y noventa, que dejaría secuelas marcadas irrefutables. Y si bien al final se logro contrarrestar  sobreponiéndonos a la pesadilla, a pesar de ello tales acontecimientos quedaron marcados en una parte de la población, quienes se vieron sensiblemente afectados y perjudicados. Si analizamos la situación  nos daremos cuenta que toda conducta criminal  y  la violencia en todas sus dimensiones tales como delincuencia organizada o callejera,  juvenil o de pandillas etc. de alguna manera también es producto de las secuelas de un pasado ya antes mencionado, que alguna manera mermara en la conducta  del individuo dentro de su entorno y en la sociedad, todo esto debido a las circunstancias y a la coyuntura de aquellos tristes acontecimientos que pudo crear en algunos sectores un caldo de cultivo para muchos jóvenes de nuevas  generaciones que hoy viven el presente. En algunos casos creyendo que el desenfreno, la violencia en todas sus formas y todo acto criminal, transgrediendo incluso los parámetros de la ley es algo natural, rutinario y parte de la vida misma.

A lo largo de los años hemos tratado de restablecernos con políticas dadas tal vez bien intencionadas pero no lo suficientemente. Los tiempos duros y difíciles de dolor y terror que nos toco vivir alguna vez, hoy se asoma como una sombra oscura y tenebrosa que cada vez con mayor intensidad nos envuelve; pasándonos la factura. Como resultado los asesinatos a la vuelta de la esquina, hermanos y conyugues que se matan entre si, padres que matan a sus hijos, hijos jóvenes y adolescentes que matan sin misericordia a sus padres, incluso niños que se suicidan; sin valores, llenos de odio y  resentimientos, en algunos casos de frustración e impotencia, debido por lo general a la indiferencia, miseria y al abandono. La mayoría de ellos  poco o nada le importa el respeto a la vida humana, y en ese sentido para aquellos asesinos nada importara la compasión y la misericordia hacia el prójimo. Así muchos para lograr su cometido son capaces de cegar la vida en cualquier momento y en cualquier lugar  y con la mayor crueldad….

Esto es lo lamentable  de nuestra realidad…
De una sociedad como la nuestra y de otras mas en el Mundo, en estos últimos tiempos…

Lo sucedido en el Estadio Monumental, con el repudiable asesinato del joven hincha de Alianza Lima, Walter Oyarce, a manos de desadaptados –barristas de la “U”, quienes en un acto de barbarie lo arrojaron de un palco suite de una altura de ocho metros hacia el pavimento, es el vil ejemplo de lo antes mencionado y que nunca mas debería volverse a repetir.

No es posible cambiar el mundo avivando y generando más violencia. Y que decir de  los prejuicios de aquellos quienes cada vez que sucede hechos lamentables de esta naturaleza salen rasgándose las vestiduras diciendo: pena de muerte a los criminales y aumentemos más las penas para los delincuentes, emitiendo a última hora temas de solución al problema. Frente a la insania de la criminalidad, debemos entender de que si existe en una sociedad gente indecente, mala y criminal,  y por otro lado gente decente, buena y recta; es porque en la mayoría de los casos los decentes buenos y rectos también no fueron capaces de actuar a la altura de las circunstancias con nuestro prójimo, escuchándolo sin cerrar las puertas del entendimiento y la razón, y si fuera el caso, darle la oportunidad debida y el apoyo para su tratamiento o rehabilitación a su mal o enfermedad. En este mundo globalizado todos somos y seremos parte del problema y parte de la solución, no solo el Estado y sus gobernantes tendrán la responsabilidad; si no somos conscientes de ello, poco o nada lograremos cambiar y avanzar.

Desde que seamos consientes que el derecho a la vida esta por encima de todo concepto y aspecto material, siendo el valor mas preciado del hombre; en consecuencia, cuando valoremos con seriedad los preceptos de  Dios, así como nos concede la vida es el único que nos deba privar de ella, lograremos considerablemente cambiar. Las leyes ya están dadas desde hace tiempo. Las penas para los delitos están prescritas y reguladas en el código penal, amparadas por la Constitución Política del Estado y los tratados Internacionales que compulsan, tipifican y penalizan para aquellos delincuentes desadaptados que la infringen; obviamente se deberán de crear nuevas leyes para nuevas formas de delitos, además de los vacíos legales que se deberá de corregir a  futuro.

No obstante a ello, mientras se procese,  juzgue y se condene con todo el rigor de la ley al delincuente criminal, paralelamente solo nos restara perdonar…al ser humano que también forma parte de este mundo, tal vez abnegado para el y repudiado para la gran mayoría; y que antes de hacerse adulto era un niño, y que alguna vez estuviera en el vientre de una madre; y que pese a no haber pedido venir al mundo, Dios en un acto de amor, al igual que a todos nosotros le concedió la vida.

No olvidemos, que frente al flagelo eterno de la barbarie, holocausto y el salvajismo, y ante todo episodio cruel y triste a mano de los hombres como guerras y batallas suscitados a lo largo de la historia de la humanidad. Asimismo, frente a los azotes de la naturaleza, como  catástrofes, tsunamis, terremotos, aluviones, hambrunas, pestes y sequías que nos hicieron padecer a través de los tiempos y por los siglos de los siglos; a pesar de todo, el mejor regalo de Dios, para con los hombres fue y seguirá siendo el concedernos la VIDA; y en tributo a ello, el derecho de todo ser humano a vivir  en armonia y con amor.

                                                                                 Lima,06 de octubre del 2011.

Comentario personal  por  José Roca,  Abogado  con Registro CAL 35829
                                                                         

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