-Apocalipsis 21 verso 4 :
Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor;
(Dedicado a todos los hombres y mujeres que viven en constante tormento y dolor.)Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor;
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La historia de un desventurado hombre que toda su vida vivió en tormento y dolor.
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Un día despertó en un hermoso, bello e inimaginable lugar,
Al principio extraño, inhóspito…
No obstante cuando sus ojos se volcaron a ver a su alrededor, todo era esplendor y belleza.
Una bellísima luz diáfana iluminaba su mente.
Una brisa cálida y penetrante refrescaba su rostro,
Hasta lo más profundo de su ser…
Sus oídos se deleitaban escuchando el canto melodioso de las aves…
Pudo extasiarse contemplando toda la maravilla que veían sus ojos…
Y de aquellos manantiales de aguas cristalinas,
En cuyos bordes brotaban bálsamos de deliciosas fragancias.
Era un paraíso bello indescriptible…
Y al presenciar tan abundante belleza absortó se quedó…
No había nadie a su alrededor, estaba solo,
Totalmente solo sin sentir pena ni temor…
Todo era paz y felicidad.
“Refugiándose en el lugar donde pensó que allí lo encontraría”.
Su vestimenta era distinta a lo ordinario y se encontraba descalzo.
Se sentía animoso, revitalizado, rejuvenecido…
Sus manos estaban limpias y blandas…
Sin marcas ni cicatrices,
Por tanto dolor y sufrimiento…
Por tanto dolor y sufrimiento…
Y sus espaldas ya no las tenían encorvadas
Por la carga pesada y lenta de los años…
Cuando sumiso soportó el flagelo y los azotes,
Que le deparó la vida, cuando estuvo en vida...
Esta vez su dorso decrepito, los sentía vigoroso y fortalecido,
Como la de un soldado raso, dispuesto a entregarse por entero,
Al primer combate.
Y sus piernas.
Pobres piernas frágiles y fatigadas de tanto trajinar…
Ahora lo sentía ágiles y macizos…
Que lo llenaría de fe y optimismo en continuar…
En aquél camino nuevo por descubrir…
Y sus ojos poco a poco desnudarían los deslumbrantes valles,
En cuyos frutos deleitaban por su aroma entre los árboles relucientes…
Algo en su interior lo impulsaría a continuar caminando…
Por aquel camino en donde convencido sabia,
“que muy pronto lo hallaría”.
Y sobre la espumosa hierba,
Cayó de rodillas con los brazos extendidos al cielo,
Donde clamaría a Dios con todas sus fuerzas…
Por sentir gozo y rebosante felicidad en su corazón…
Y a todo pulmón clamaría:
¡ Gracias Dios !
¡Gracias por tanta maravilla a mí alrededor!
¡Dime Dios que este no es un sueño!
¡Dime que no es un sueño Señor!
¡Puedo ver y caminar!
¡Ya no siento tormento, ni tristeza ni dolor!
Y después de haber clamado a Dios con todas sus fuerzas…
Se puso a descansar sobre aquel espumoso pasto de colores matizados,
Al borde de una pequeña laguna copada de cisnes dorados.
Bajo la sombra de un pequeño árbol.
Y al quedarse dormido sintió de pronto una pulsación en su pecho…
Que lo despabiló…
Fue en el momento que extasiado de emoción se quedó…
Porque pudo al fin, ver a quien tanto había buscado…
Estaba a su lado mirándolo con inmensa ternura…
Más aquél quiso levantarse de inmediato y no pudo…
Porque en aquella mirada divina,
Había recibido para siempre paz en el corazón…
Y verdaderamente halló paz y regocijo,
En aquel pobre corazón que algún día anduvo seco y quebrado…
Y fue secado toda lágrima de sus ojos…
Y al notar que se encontraba extenuado,
Le concedió un profundo sueño.
Sentándose junto a él.
Y aquel tuvo un repentino sueño,
Soñó viéndose por un camino muy hermoso acompañado de Jesús,
Pero que en dicho sueño, aquél preguntaba incansablemente
“Por los niños- hombres del tercer mundo”.
Incomprensiblemente, ese era su reiterada pregunta en aquel sueño.
Posteriormente hallándose nuevamente solo,
Por aquel maravilloso lugar,
Llegaría a una casa vislumbrante,
Cuya estructura deslumbraba por los finísimos diamantes y oro que poseía,
Recubierto en su exterior con bellas flores de todo color,
Cuyas fragancias y aromas humectaban su ser,
En medio de un bellísimo y esplendoroso valle majestuoso,
Donde lindas mariposas y avecillas,
volaban en un afán infinito de alegría.
volaban en un afán infinito de alegría.
En breve tiempo, aquel hombre adquirió sabiduría,
Y entre otras cosas fue instruido de la bienaventuranza,
Del libro de la vida y de la verdad…
Y se le concedió vida eterna.
Una mañana aquel hombre, se dirigió hacia la cima de una hermosa colina…
Pudiendo desde lo alto avizorar la maravilla del cielo y sus alrededores…
Donde aquella inmensa luz celestial divina, suplía al sol y a la luna.
Y el mar ya no existía, solo habían hermosos manantiales…
Divisando desde allí un camino largo,
Donde una multitud extraordinaria de personas asomaban a paso lento…
Todos en un solo tono coreando una dulce canción melodiosa…
Y cada quien llevando cargado una pequeña palmera en su pecho.
Los primeros en llegar eran los más pequeños,
Los más tiernos…
Niños de todas las edades y tamaños…
Eran los primeros en formar el largo peregrinaje…
Una felicidad indescriptible y eterna se apoderó de aquél,
Al ver que al fin encontraba lo que tanto había añorado…
Niños, jóvenes, y grandes desfilaban alabando a Dios…
Todos descalzos y vestidos de blanco.
Todos se hallaban gozosos y felices…
Ya no sufrían…
Ya no lloraban…
Ya no mendigaban...
Ya no enfermaban…
Ya no morían…
Y aquel hombre que en el pasado fuera un desdichado hombre, pudo contemplar y reafirmar la promesa de Dios.
Y en medio de su felicidad no dejaba de agradecer,
Por encontrase en el camino de la verdad y de la vida…
En el paraíso…
Al fin en el verdadero mañana…
De pronto vería que a su costado muy cerca de él,
Había una pequeña palmera que aguardaba…
Lo cogió y suavemente lo llevaría hacia su pecho…
Al cerrar los ojos, la luz divina le haría entender
Que estaba listo para enrumbar con los demás,
Al fin con los suyos…
Comprendiendo que ese lugar, era el lugar elegido…
Lugar y camino por donde todos aquellos, habrían de aparecer…
Lugar y camino, donde todos aquellos, vendrían por él…
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Nota:
-la Biblia señala lo siguiente:
Mateo 5 verso 4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Mateo 5 verso 4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
-Apocalipsis 21 verso 4, Enjugará Dios toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor;
-San Juan 14 verso 6, Jesús le dijo: Yo soy el camino y la verdad, y la vida, nadie viene al padre
sino por mí.
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Guardado en un folder añejo conjuntamente con otros manuscritos deteriorados estaba
este texto que escribí. Y de pronto pensé compartirlo antes de que se destruya o
se me pierda; esperando que pueda llevar palabra de fe y de esperanza al afligido,
y pueda servir tal vez, a alguien de consuelo.
este texto que escribí. Y de pronto pensé compartirlo antes de que se destruya o
se me pierda; esperando que pueda llevar palabra de fe y de esperanza al afligido,
y pueda servir tal vez, a alguien de consuelo.
Debo señalar que el titulo lo he modificado como "Niños hombres del camino y la vida",
toda vez que el manuscrito original está titulado como "Niños hombres del tercer mundo".
Escrito en el año 1985.
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Publicado el 11 de diciembre del año 2016
Publicado el 11 de diciembre del año 2016